NOTAS HISTÓRICAS SOBRE EL CANTO DE LA PASIÓN EN LA SEMANA SANTA DE DOÑA MENCÍA

 en Religiosidad Popular

Publicado por Antonio Cantero Muñoz en el preámbulo del Libro de Pregones de la Semana Santa de Doña Mencía, publicado en Doña Mencía 2010.

INTRODUCCIÓN

Con carácter previo, nos vamos a referir a la antigüedad y arraigo de la Semana Santa en Doña Mencía1, existe constancia de su existencia por lo menos desde mediados del Siglo XVI, como resulta de la memoria perpetua fundada por el bachiller Hermosilla y su esposa Isabel Gómez, el 7 de mayo de 1548, dotada con varias misas rezadas y cantadas, y con la obligación de poner un cirio de cera delante del Santísimo Sacramento el Jueves Santo2.

Los desfiles penitenciales tenían lugar el Jueves Santo con la Vera Cruz y el Cristo de la Columna, el Viernes Santo con la hermandad Jesús Nazareno, y la del Entierro de Cristo, participando en todos la Virgen de los Dolores. Sin embargo, las celebraciones de Semana Santa comenzaban el Domingo de Ramos con la procesión de Palmas, en la que además de los vecinos participaba el Cabildo Municipal3, que también estaba presente en otras celebraciones pasionistas, concretamente el Miércoles de Ceniza, Domingo de Ramos, Jueves y Viernes Santo, así como el Domingo de Pascua de Resurrección4.

Los Sermones de Pasión eran unos de los referentes de la Semana Santa menciana durante el Antiguo Régimen, y servían como complemento de los Santos Oficios, por su carácter narrativo y didáctico, siendo la vía de enseñanza de los misterios de la fe. Como recursos pedagógicos para conseguir estos objetivos, además de la plática del Predicador, participaban en ellos algunas imágenes pasionistas (sería el caso del Descendimiento), y diversas figuras bíblicas. También los pregoneros o “resaores”, que iban narrando la Pasión, y los trompeteros, que hacían sonar sus singulares instrumentos de viento, siendo fiel reflejo del gusto de nuestros antepasados por la teatralización del culto religioso.

LOS PREGONES Y LAS REPRESENTACIONES DE LA PASIÓN EN DOÑA MENCÍA DURANTE LA EDAD MODERNA

Históricamente, los Autos de Pasión hunden sus raíces en la Edad Media, su fin era hacer más asequibles a los creyentes los dogmas de la religión, complementando las historias narrativas contenidas en muros, vidrieras, bóvedas, tímpanos, capiteles, o retablos. Facilitaban su enseñanza, pues su contenido se podía comunicar mejor, con el lenguaje hablado y montajes escénicos que en los mismos tenían lugar. Por tanto, los pregones están especialmente vinculados a los Autos de Pasión, y a la presencia de figuras bíblicas en los desfiles procesionales, formando un todo.

El Concilio de Trento fue el gran impulsor de las cofradías penitenciales y de las celebraciones pasionistas, fomentando la creación de las primeras como baluartes en defensa de la Contrarreforma y muro de contención frente a las ideas luteranas. Esto supone el máximo acercamiento entre la religión oficial católica y la religiosidad popular, que era muy propensa a la teatralización de las celebraciones religiosas.

En este contexto, junto a los desfiles procesionales alcanzaron gran auge los sermones y representaciones de escenas de la Pasión, en los que además de varias imágenes penitenciales, participaban figuras bíblicas y los llamados pregoneros o «resaores«, que narraban la escena que se estaba interpretando, cuyo texto a pesar de los avatares históricos se ha conservado en muchas localidades cordobesas, y entre las que cito sin ser exhaustivo las de Pozoblanco, Montoro, Castro del Río, Baena e Iznajar.

A principios del Siglo XVI, la antigua costumbre de celebrar de manera festiva y con representaciones teatrales los distintos ciclos litúrgicos, especialmente la Pasión de Cristo, fue objeto de crítica por parte de los reformadores de una iglesia, que dejaba mucho que desear como institución religiosa5.

Durante el Concilio de Trento, los luteranos defendieron la iconoclástia y el culto interno como medio de depuración de la fe, proclamando que «no se debe adorar a Cristo en la eucaristía, ni honrarlo mediante fiestas, ni pasearlo en procesiones, ni llevarlo a los enfermos«6. Por su parte, los católicos argumentaron que las manifestaciones externas eran apropiadas para excitar los sentimientos interiores de sumisión y reverencia a Dios, y que las imágenes constituían una gran ayuda para la formación religiosa. En consecuencia, la celebración de la Semana Santa fue fomentada, pues servía para manifestar con imágenes y representaciones de forma visual, los mensajes de los Evangelios de la liturgia del Triduo Pascual7.

En Trento se prohibió expresamente las representaciones de teatro sacro con actores vivientes, permitiéndose los desfiles con imágenes inmóviles y dentro de los cánones establecidos por las autoridades eclesiásticas. Sin embargo, el único recuerdo permitido de los Autos de Pasión, fue el acompañar los pasos con personas disfrazadas de figuras bíblicas con su rostrillo y martirio o símbolo, que permanecían mudas durante el cortejo. Esto supone el máximo acercamiento entre la religión oficial católica y la religiosidad popular, que era muy propensa a la teatralización de las celebraciones religiosas8.

En este contexto, junto a los desfiles procesionales alcanzaron gran auge los sermones y representaciones de escenas de la Pasión, en los que además de varias imágenes penitenciales, participaban figuras bíblicas y los pregoneros o «resaores«, que narraban la escena que se estaba interpretando, cuyo texto a pesar de los avatares históricos se ha conservado9.

Voy a intentar exponer los rasgos más característicos de lo que considero el referente más singular y de más valor de la Semana Santa de Doña Mencía, como son los pregones, que podemos incluir dentro de la categoría de las saetas llanas o primitivas, especialmente vinculados con los dramas sacros de la Pasión y Vía Crucis. Al respecto cito el trabajo de Agustín Aguilar y Tejera, publicado en Madrid en 1928 y titulado Saetas Populares:

“En las ceremonias populares que por Semana Santa se practican en casi todos los pueblos españoles quedan rastros de los dramas religiosos de la Edad Medía […]. Es muy posible que en los misterios se intercalasen fragmentos cantados y que en ellos pueda encontrarse el germen de las saetas”.

Sermón del Mandato

Estaba a cargo de la cofradía de la Vera Cruz, servía de preparación a la estación de penitencia que realizaba en la tarde noche del Jueves Santo. El predicador, hacía saber al pueblo inculto e ignorante en los misterios y verdades de la fe, que Jesucristo aceptó la decisión de Dios de sufrir la vergüenza y escarnio de ser azotado por gentiles, derramando en la Columna su sangre (igual que en la Santa Cruz) para redimir el género humano. Durante el mismo se cantaba por los «resaores» la sentencia de azotes.

De su existencia tenemos constancia, en la rica documentación que sobre manifestaciones de religiosidad popular se conserva en el Archivo Histórico Nacional, y que procede del Consejo de Castilla. Se trata de un testimonio que se refiere a la celebración del Sermón del Mandato durante el Siglo XVIII, concretamente en 1775, por lo que presupone su existencia durante el Siglo XVI y XVII10.

El Jueves Santo por la noche tenía lugar la procesión de la Vera Cruz y el Cristo de la Columna, que se caracterizaba por la disciplina pública de los cofrades, como acredita este importante documento fechado en 1626, relativo a la mala conducta de un fraile dominico, pero que aporta la referencia expresa a la participación de disciplinantes en las procesión de ese día11:

Ay mesmo resulta contra VP el dicho Pe y reo q el Jueves Sto del año pasado […] fuera de la ygtia mientras estavan predicando la Pasión de Xº nro P y exartacion a la disciplina con vehementes indicus de que saliendo la Procesion de los disciplinantes con todo el pueblo delante”.

Sermón del Paso

En la madrugada del Viernes Santo durante la procesión de Jesús Nazareno, tenía lugar el Sermón del Paso, donde se escenificaba toda la historia del Misterio de la Redención, con especial referencia al Sacrificio de Isaac, haciéndonos saber que cuando iba a ser inmolado, cargó con el leño para el sacrificio, como lo hizo Jesús Nazareno con la cruz camino del Calvario, para ser sacrificado por nuestros pecados. No tenía lugar dentro de la parroquia, pues se buscaba un espacio abierto, donde además de las figuras bíblicas de Gestas, San Dimas, Apóstoles, Evangelistas y Virtudes, pudieran intervenir las imágenes de la Virgen de los Dolores, la Magdalena, San Juan y la Verónica. El acto terminaba con la bendición de Jesús Nazareno que tenía un brazo articulado12.

Podemos aportar un importante testimonio, que acredita que con anterioridad a 1680, la cofradía de Jesús Nazareno también hacía su estación de penitencia acompañada de figuras bíblicas, en concreto evangelistas, que junto a los pregoneros participaban en las representaciones de la Pasión. Así resulta de la última voluntad de Francisco García, otorgada el 12 de diciembre de 1675, que también nos hace saber el color morado de las túnicas de esta hermandad13:

mando a la Cofradía de Jesús Naçareno desta Villa los recaudos con los que salgo el biernes Santo al ser ebangelista, que son un rrostro y un atril, porque así es mi boluntad, lo qual se le entregue luego que yo fallezca al Hermano Mayor que fuere desta Cofradía, menos una túnica morada que es con la que me an de enterrar”.

Sermón de las Siete Palabras y Descendimiento

Era y sigue siendo el acto más emblemático de la Semana Santa de Doña Mencía, que tenía lugar en la Capilla Mayor de la Iglesia Dominicana, antes de la procesión de penitencia en la noche del Viernes Santo. Como los anteriores su fin básico era el didáctico, y frente a las teorías protestantes, pretendía enseñar con recursos visuales, al proceder al desenclavamiento y traslado de la imagen del Jesús por dos vecinos que representaban a los Santos Varones, que una vez que Cristo muere en la Cruz su dimensión divina sigue unida tanto a su cuerpo, llagado por la Pasión y enterrado en el Sepulcro, como a su alma, aunque cuerpo y alma estuvieran separadas.

LOS PREGONES DE LA SEMANA SANTA DE DOÑA MENCÍA DESDE 1835 HASTA 2010

Es evidente el papel central que jugaban los sermones y representaciones de la Pasión, que seguían siendo uno de los elementos característicos de nuestra Semana Santa, a pesar de las normativa a la normativa que los prohibía, y que fue dictada por los obispos de Córdoba desde mediados del siglo XVIII y durante el siglo XIX, dando lugar a una situación conflictiva por el rechazo popular que generaba.

Para intentar salvar esta difícil situación don Francisco Muñoz Reinoso, que además de hermano mayor de la cofradía de Jesús Nazareno era el alcalde de Doña Mencía, remitió un escrito fechado el 12 de marzo de 1858, que también iba suscrito por los cuadrilleros y demás hacendados, en que solicita se autorizara de forma excepcional que además del Monumento al Santísimo, el Nazareno estuviese expuesto durante la noche del Jueves Santo para poder ser venerado por los mencianos, que según manifestó tenían arraigados sentimientos religiosos, y que tras un vía crucis penitencial y oír un sermón comenzaban su desfile procesional14.

El 18 de marzo de 1858 el obispo aceptó la anterior petición, remitiendo el correspondiente oficio al vicario, pero exigiendo que la imagen del Nazareno estuviese en su capilla que presidía la nave del Evangelio, pues el Altar Mayor estaba reservado para el Monumento al Santísimo15.

El anterior testimonio es muy importante, por cuanto nos hace saber que bajo el eufemismo “oído su estenso discurso, donde se le hace entender las amarguras y martirios que pasó el Hombre de Dios por la salvación de nuestras almas” tenía lugar en la misma parroquia el Sermón del Paso, del que hemos aportado un testimonio documental muy relevante, que acredita de forma fehaciente nuestra afirmación. Se trata del sermón predicado en 1863 por don Eduardo Muñoz Reinoso, presbítero e hijo del hermano mayor, y que narra la totalidad del misterio del Redención y era el la razón de ser del llamado “Sermón de la Madrugá” que hasta los años 70 del siglo pasado se conservó en Doña Mencía16.

En 1882 el párroco don José Delgado Monroy nos describe de forma un tanto sintética como era la cofradía de Jesús Nazareno, que estaba estructura en 13 cuadrillas, que cuidaban de costear los gastos por el funeral de sus componentes, estando a cargo cada una de ellas por un cuadrillero17. Una de ellas por las figuras bíblicas de los Apóstoles, Evangelistas, Virtudes, y en la que también estaban integrados los pregoneros y trompeteros. Existía otra cuadrilla formada por soldados romanos que por entonces tenía dificultades para formarse por falta de recursos humanos18.

Disponemos de un elocuente testimonio documental relativo al libro de actas de la cuadrilla de los Apóstoles, cuyos primeros datos son de mediados del siglo XIX, que nos permite tener una idea aproximada de como era su funcionamiento interno, que pienso sería parecido en las demás cuadrillas, y nos hace saber de su participación en distintos actos a lo largo de la Semana Santa, aportando datos sobre los pregoneros y trompeteros19.

Lo estipulado en la normativa que regulaba las condiciones para forma parte de esta cuadrilla, refleja que en las festividades religiosas de Semana Santa, la dimensión festiva y lúdica que nada tenía que ver con lo religioso, y que servían de válvula de escape en la rígida sociedad de la época. Ese divorcio entre lo religioso y profano se refleja en el oficio remitido por el párroco al obispo y que esta fechado el 24 de abril de 1881, que informa sobre el cumplimiento pascual, que solo alcanzó ese año a 200 personas, número muy escaso si tenemos presente que la cofradía de Jesús Nazareno estaba formada por ese mismo número de personas20.

Esta misma idea se refleja en la comunicación remitida a la cuadrilla de los Apóstoles por el mismo párroco el 22 de abril de 1889, y que reitera la idea expuesta. Entonces se encomendó a Francisco Santana Tapia, que cuidara de que los Apóstoles, ayudantes, rezadores y trompeteros cumplieran con su obligación de confesar y comulgar en la mañana del Jueves Santo, cuestión que solo podría ser excusada en caso de enfermedad o estar fuera de la localidad, pues en caso contrario dejarían de serlo perdiendo todos sus derechos21.

El 9 de marzo de 1885 se reunió la cuadrilla en casa de Domingo Arjona Mesa, adoptándose una serie de decisiones entre las que se incluye jubilar a Manuel Sánchez Vera y Mateo Gómez Pérez-Vico, pero no solo por la edad de ambos, sino también por oponerse a la nueva constitución de la cofradía de Jesús Nazareno, tras el largo pleito entablado por don Francisco Muñoz Reinoso contra don José Freüller Alcalá Galiano:

Ygualmente convinieron que se había de respetar a cada uno de ellos en el derecho de ocupar los puestos del Apostolado conforme su respectiva antigüedad, según en el orden que se colocaran a continuación de la presente acta. Asimismo convinieron que el hermano que le falte en los días de Semana Santa a cualquiera cofrade de esta cuadrilla que la componen los apóstoles, resadores, ayudantes y trompeteros quedara expulsado de esta honrada cuadrilla como igualmente si le falta a cualquiera cofrade sea de la cuadrilla que fuese sufrirá igual perjuicio de expulsión.

También convienen que los resadores estarán numerados por la antigüedad que les corresponda y cada uno de estos entraran por su orden numérico a echar la negación e años consecutivos en la inteligencia que si cualquiera que le corresponda el año de su turno no se presenta a la hora competente de ejecutar esta operación o se lo cediera a otro se entenderá que no volverá a llegarle hasta que le toque otra vez por turno a no ser por enfermedad que le impide el poder ocuparse de ellos.

El primer numero de los referidos resadores éste está a cargo el dirigir los cantos en la carrera de las procesiones o cuando salgan de cada de los hermanos mayores o suban al Calvario, y si se necesitan dos coros los compañeros obedecerán su mandato y ninguno podrá negarse a hacerlo y si se negase quedará incurso en las reglas anteriores que llevamos convenidas; y los cantos se llevarán también por orden de números en la forma de la negación, entendiéndose que cuando el primero ceda el canto a favor de otro lo será al segundo este al tercero y así sucesivamente, respetando siempre al derecho al primero con respecto a la vendición

Del mismo modo los ayudantes estarán obligados a obedecer al primero en sus mandatos como los resadores; teniendo también la facultad de la bendición sin interrupción de ninguna clase, con la circunstancia que Manuel Jiménez será el preferido como primero por convenio unánime de todos sus compañeros y de los demás que compone las cofradías que como tal lo han nombrado.

Que con respecto a los Apóstoles han de salir y asistir a todas las Procesiones del Jueves y Viernes Santo los doce que corresponden; y si alguno no le conviniere quedará obligado a prestar su ropa al pretendiente que le corresponda; y por lo que hace al que se jubile estará obligado a vender el credo y diadema al pretendiente que valla a ocupar su sitio, cuyo precio será de siete reales.

También se conviene que al trompetero se le ha de abonar a su familia por su fallecimiento la misma cuota que a los demás sin pagar por ello ninguna cantidad de los que los demás ingresen; obligándose a tocar la trompeta siempre que sea necesario por costumbres antiguas como siempre se viene haciendo, o sea en la noche del Miércoles, en los día de Jueves y Viernes Santo y demás procesiones que ocurran, así como cuando fallezca alguno de los hermanos que componen esta cofradía; y si en algún caso no pudiera o estuviera ausente tendrá que poner otro en su lugar para que haga sus veces.

Ygualmente se ha deliberado que todos los hermanos que en lo sucesivo entren a incorporarse a esta Cofradía han de abonar diez reales como cuota de entrada y por cada uno que fallezca cuatro reales; y el que así no lo cumpliere no será acreedor a la antigüedad ni tendrá derecho a exigir cantidad alguna por su óbito; entendiéndose que ocuparan sus números respectivos por el orden de las fechas en que se verifiquen el pago de su entrada todo lo cual ha sido convenido por unanimidad de todos los cofrades”.

José Jiménez Urbano realizó una magnífica entrevista a Antonio Buitrago Jiménez, antiguo pregonero de la cofradía de Jesús Nazareno, que nos permite conocer importantes datos sobre como era la Semana Santa de Doña Mencía antes del incendio de la parroquia en 1932, con importantes referencias a los pregoneros22:

“Vamos a ver Antonio, ¿antiguamente, la Semana Santa en nuestro pueblo comenzaba también el Domingo de Ramos?

Comenzaba el Domingo de Ramos, pero entonces no había Señor de la Pollinita, sino que se daba una vuelta alrededor de la plaza con las palmas, y ya esta. Ya no había más procesiones hasta el Jueves Santo por la tarde, en que salía el Señor Amarrado de la Iglesia antigua. Este Señor, en vez de estar de pie como el de ahora, estaba sentado en una piedra y tenía una mano en la mejilla y un cetro o una caña en la otra mano. Y se llamaba el Señor de la Humildad

¿Y cuando se decían los versos y los pregones? ¿Es lo mismo una cosa que otra?

No. Hay que distinguir entre los que son versos y los que son pregones. Los pregones se decían en la Iglesia, por una persona sola y delante de cualquier imagen. Y los versos se iban diciendo por los resaores en las procesiones. El tonillo con que se dicen unos y otros es diferente.

¿Cuándo solían decirse?

Se decían en todas las procesiones: en la del Jueves Santo, en la de Jesús Nazareno y en la del Santo Entierro, que era el Viernes Santo. En la tarde del Jueves Santo, al salir la procesión de la Iglesia se decía uno que empezaba:

Siendo yo, Poncio Pilatos,

Encargado de estos reinos

Y de regir la presidencia

De este tribunal supremo

(etcétera)

Entonces, después de salir la procesión del Jueves Santo por la tarde, con el Señor de la Humildad, la Cruz de Guía, San Juan y la Magdalena, ya no había otra procesión hasta la madrugada del viernes, en que salía Jesús Nazareno. En la noche del jueves al viernes se velaba al Señor en la Iglesia, y luego salía la procesión a las tres de la mañana.

¿He oído decir que en esa noche los Apóstoles iban a buscar a Jesús ¿Cómo se hacía eso?

Pues eso se hacía cuando no había aquí penitentes. Penitentes son esos de los capiruchos. Entonces había hermanos de cruz, y un señor que tenía un capricho, pues apañaba seis y ocho, o quince, o los que fueran, y se colocaba en las filas. Ahora, que los más antiguos iban en el varal; uno en el varal derecho y otro en el varal izquierdo, y luego, a continuación, todos los cuadrilleros, que así se llamaban, se iban incorporando a las filas, que iban cincuenta o sesenta.

¿Cuadrilleros?

Cuadrilleros les llamaban porque, como he dicho antes, un señor que tenía capricho tiraba de seis u ocho y se los llevaba a su casa y los invitaba, y así formaban una cuadrilla.

¿Y el acto de buscar a Jesús?

Ese empezaba cuando iban a buscar a San Pedro a su casa para llevárselo a la Iglesia. San Pedro Apóstol era uno entonces que se llamaba Manuel el de Acá y que vivía en la calle la Tienda… Iban a buscarlo los hermanos de cruz y Apóstoles, y mientras hacía el recorrido desde su casa hasta la Iglesia se iban diciendo los versos que se llaman de la negación y se decían:

Una sayoncillo brioso

Que pariente era de Marcos

Al que San Pedro en el huerto

Una oreja le ha cortado

Y así seguían, cantado los versos, hasta llegar a la Iglesia. Había tres “resaores” y cada uno iba diciendo uno o dos versos. El trabajo se lo compartían ellos, porque el que tenía más rigor decía mas, y el que tenía menos, menos. Estos “resaores” pertenecían a los Apóstoles.

Y cuando llegaban a la Iglesia ¿qué hacían?

Cuando llegábamos a la Iglesia nos parábamos todos en el pórtico, entrando San Pedro, y el hermano mayor de los cuadrilleros daba con el báculo unos golpecitos en el suelo. San Pedro se abría de brazos y en donde quiera que el otro daba un golpecito, acudía a él, en busca de ver que era aquello, hasta que llegaban a la nave en que estaba Jesús Nazareno; entonces, el del báculo daba un golpe seco en el suelo y San Pedro se abría de brazos como pasmado de haberlo visto y se daba media vuelta y se iba muy ligero, muy ligero, para la calle, y se iban todos como que ya habían encontrado al Señor.

Y durante este acto ¿se decían versos o pregones?

No. Todo eso era callando. Después, cuando los Apóstoles veían al Señor, iban desfilando delante de Él, y sentándose en los escaños. Luego entraban los hermanos de cruz, con la cruz a cuestas y el capillo tapado, y el del báculo, cada vez que pasaba un hermano le daba con el cordón en la cara. Y así sucesivamente iban desfilando los hermanos de cruz, pocos o muchos o los que fueran, y se sentaban, y entonces era cuando el cura se subía al púlpito y decía el Sermón de Muerte. Y cuando a él se le antojaba, decía: Esta es la sentencia que van ustedes a oír. Y salía el pregonero, que estaba en el coro, diciendo:

Yo, Pilato juez supremo

Y presidente nombrado

Por el gran Cesar Tiberio

Del alto Imperio Romano

Al otro lado el Nazareno

Perseguido y acosado

Este pregón era muy largo, y terminaba así:

Mando que ninguno se me sea

Osado ni atrevido

A impedirme de estas leyes el rigor

Muera, muera, afrentando ese traidor

Luego, cuando al cura le parecía, interrumpía otra vez el sermón para decir: Ahora va ustedes a oír la confortación del ángel. A esto se le llamaba la embajada del ángel San Gabriel. Y salía el pregonero de su sitio, y decía:

Oh, Divino Redentor

Tu Padre Eterno me envía

A confortar tu dolor

Y a aliviarte en tu agonía

Después de la confrontación, que era un pregón también muy largo, se organizaba la procesión y salían, además de Jesús Nazareno, San Juan y la Magdalena, la Verónica con el lienzo en el que estaban los tres rostros del Señor señalados, y la Virgen. Al salir de la Iglesia se decían estos versos:

El capitán que a sus tropas

Las manda formar en orden

Manda a los pregoneros

Que levantasen las voces

(etcétera)

Y ya iban diciendo los versos durante todo el recorrido. Luego, al entrar en la calle Barranco, al echar la bendición, los resaores decían:

Viendo el apóstol San Pedro

Al Señor de cielo y tierra

Con el tosco leño encima

Debilitado y sin fuerzas…

Vamos a hablar de otra cosa, Antonio ¿había entonces Evangelistas? ¿Qué hacían?

Los Evangelistas eran cuatro. En el distrito de la Virgen iban dos, y en el distrito del Señor, otros dos. Uno paseaba a la contra del otro, y cuando a ellos se les antojaba, se arrodeaban y se reunían los dos de frente, y sacaban el libro y escribían con una pluma de pavo real, besaban lo que habían escrito, abrían los brazos y otra vez se arrodeaban y uno tiraba para un lado y el otro para otro. Y ese era su trabajo.

¿Y usted se acuerda que dicen que se les acercaban los judíos y que se reían de ellos?

Eso era muy antiguo, pero era yo chiquito. Los judíos tenían un pantalón verde y como un bonete, y cuando los Evangelistas hacían la filigrana esa, pues tiraban para allá como que aquello era un burlesco, al ver que los otros abrían los brazos y miraban al cielo, se reían de ellos y hacían como un desprecio.

¿Había entonces muchos judíos?

Cuando yo era chiquito, lo menos veinte. E iban detrás del Señor haciendo cucamonas, como que le iban a pegar, y les servía aquello de diversión.

¿Y el lavatorio de los pies de los Apóstoles? ¿Recuerda usted si se hacía igual que ahora?

Exactamente igual; en el altar mayor de la Iglesia aquella del Paseo. Igual que ahora, que ya hace más de setenta años.

¿Y el viernes por la tarde, que procesiones había?

El viernes por la tarde, como resulta que el Santo Sepulcro no estaba en la Iglesia, pues íbamos los romanos y los hermanos de cruz, pero estos ya sin cruz, sino solo con la túnica y un escapulario o un rosario y una vela, y en vez de con el capillo iban con la cara descubierta, íbamos a la casa de la dueña, que era la seña María Rosario, y llevábamos el Sepulcro desde su casa a la Iglesia. El Sepulcro iba vacío, pues el Señor lo habían enclavado para hacer el Descendimiento.

Mientras se trasladaba el Sepulcro, ¿se decían algunos versos o pregones?

Si señor. Se decía éste, que comenzaba así:

José, aquel hombre hebreo,

El letrado de la fama

El más liberal y rico

De Jerusalén la Santa

Cuando llegaban a la Iglesia se ponía el Sepulcro allí, y mientras el cura decía el Sermón de las Siete Palabras, se rajaban las cortinas y aparecía el Crucificado con los dos ladrones y unos soldados romanos haciendo guardia. Se hacía el Descendimiento, se metía el Señor en el Sepulcro y ya se formaba la procesión, en el Paseo de la Iglesia Vieja. La procesión entraba por la calle Arriba, por el Arquito Real, por la Placituela, la Plaza, por la puerta del Ayuntamiento, la calle Bendición, y se volvía a la Placituela, por la calle el Pósito y por las Angustias.

¿Se acuerda usted de algunos versos que se dijeran en esta procesión?

De estos:

Y cuando las ricas tierras

De la parte enriquecida…

Estos pregones eran muy largos, y se alternaban tres resaores que iban en decirlos, y cada vez que decían un verso tocaban una trompeta que se arremontaba muy pronto y luego iba cayéndose, cayéndose… incluso para tapar algún defecto que tuviese el pregonero.

Después de esta procesión ¿había laguna más?

No. Ya aquella noche se acababan las procesiones. Luego, el cura, el sábado, hacía los oficios de que el Señor había resucitado, pero ya no había mas procesiones.

Pero tengo entendido que subían a San Juan y a la Magdalena al Calvario ¿no?

Si señor. Pero ya la Autoridad, que había ido acompañando todas las otras procesiones, ya no acompañaba. Esta procesión la hacían los romanos, como resulta que a San Juan y a la Magdalena los habían bajado del Calvario el Jueves Santo por la mañana, pues los subían el Sábado de Gloria por la tarde, e iba todo el pueblo, y entonces hacían allí el simulacro de que le cortaban la oreja.

¿Cómo? ¿Cómo es eso de la oreja?

Empezaban los judíos con un bailoteíllo con el tambor, y se hacía la demostración de que San Pedro le había cortado la oreja con un sable.

¿Pero a quién le cortaba la oreja?

A uno que le decía el soldado sañudo (seguramente ceñudo), que fue el que le dijo a San Pedro que lo había conocido cuando hicieron la prisión y San Pedro lo negaba. Esto lo hacían en el llanete del Calvario, el Sábado de Gloria, una vez que llevaban a San Juan y a la Magdalena.

Y ¿hacían alguna cosas más?

No, eso era ya el final que yo recuerdo

Y cuando el Señor se quedaba solo en el Calvario ¿qué costumbres había?

Pues una vez que bajaban a San Juan y a la Magdalena, el Jueves Santo por la mañana, el Calvario se quedaba abierto de noche y de día, y resulta de que los romanos tenían esta costumbre: como había muchos, iban cuatro o seis, los invitaban los cuadrilleros, les llevaban vino y unas pocas existencias, y dos se quedaban de guardia mientras otros dos descansaban, y estaban de guardia toda la noche con el Señor del Calvario, y así guardaban el respeto para que allí no se jugara. Y las mujeres iban y cantaban las saetas de aquellos tiempos, y también se decían versos delante de la imagen del Cristo.

¿Qué versos se cantaban o decían?

Por ejemplo este:

Jesucristo salió al campo

Al campo como Él salía

Se ha encontrado un hombre malo

Malo de toda la vida

(etcétera)

Y las saetas ¿cómo eran? ¿Se acuerda de alguien que las cantara bien?

Las saetas no eran como las flamencas de ahora. Había una persona que yo tenía la edad que yo tengo ahora, setenta u ochenta años, que le decían “La Pollita” (de nombre supuesto), había otra que a su padre le decían “El Tosco” y había varias así que ya no me acuerdo…

¿Y hombres?

Hombres también; había uno que le decían Mármol, y otros.

Y de los resaores antiguos ¿se acuerda de alguno?

Claro que me acuerdo. De los resaores antiguos, que a mi me incorporaron en las filas, había uno que le decían José el Talaor, luego había otro, que le decían Gabriel (Gabrielito Maura de nombre supuesto) y otro había, que cuando yo era más chiquitillo le decían el Sargento Pua (supuesto también). Y resulta que un año que no fue a hacer leña con ellos, que eran los taladores, pues un hermano que tenía José el Talaor, y que se llamaba Hermenigildo y que era hermano mayor de la cofradía de San Juan…. por el año veintiocho o antes…

¿Ya salía la cofradía de San Juan?

Esa fue la primera que salió en Doña Mencía con cornetas y tambores, que era ese San Juan que bajábamos del Calvario.

Los datos aportados por Antonio Buitrago sobre los pregones son muy relevantes, pero continuando con nuestra exposición, el incendio provocado que tuvo lugar la noche de 13 al 14 de septiembre de 193223, causó un duro quebranto en el patrimonio artístico de Doña Mencía, y también en las ricas manifestaciones de religiosidad popular, agravado por la Guerra Civil y los difíciles años que le continuaron. Sin embargo, se han el tesoro de los pregones, gracias al esfuerzo y trabajo de varias instituciones y personas. En primer lugar, nos tenemos que referir a la cofradía de Nuestros Padre Jesús Nazareno, que fue reorganizada en 1946 por doña Telesfora Navas, viviendo esos años momentos de pujanza y esplendor, cuidando mucho de conservar sus elementos más singulares: los pregones con la figura de Antonio Buitrago Jiménez; figuras bíblicas de los Evangelistas, Gestas y Dimas; los cuadrilleros de cruz con Manuel Jiménez Torralbo.

Como todas las cofradías mencianas, la del Nazareno también se vio afectada por la grave crisis que sufrió el movimiento cofrade en la década de los 60 del siglo pasado24, cuestión que se vio agravada por la disminución de efectivos humanos con motivo de la emigración. Y esta situación dio lugar, a que durante el periodo comprendido entre 1963 a 1966 salió Nuestro Padre Jesús Nazareno en procesión, pero los cofrades sin hábitos, con la única excepción de los hermanos de cruz dirigidos por Manuel Jiménez Torralbo.

Siendo párroco Anastasio Andrada Mansilla se reorganizó la cofradía del Nazareno, cuyos miembros hermanos nombraron en 1968 como hermano mayor a Manuel Urbano Gómez, que con solo 18 años y un intenso trabajo, volvió a situar a la cofradía de Jesús Nazareno en el lugar que siempre le ha correspondido. Y una de las primeras decisiones que adoptó, fue que volvieran a cantarse los tradicionales pregones en la procesión de la mañana del Viernes Santo, y lo hicieron por primera vez Pedro Recio Santiago y Rafael Serrano Urbano25, a quienes la Semana Santa de Doña Mencía debe reconocerles ese mérito, y cuyas letras se han conservado gracias a Antonio Buitrago Jiménez26.En los años siguientes se incorporaron Fernando Serrano Rubio, que fue seguido de Pablo Arrebola y Manuel Lòpez Cubero, y desde entonces los pregones se convirtieron en referencia de nuestra Semana Santa.

La cofradía de Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Amargura a continuado con la tradición secular del canto de la Pasión por los pregoneros. Además de la mañana del Viernes Santo, a partir de 1984 los presencia de los pregoneros es habitual en otros desfiles procesionales, pues desde entonces la cofradía de los Evangelistas pasa a titularse de los Evangelistas y Pregoneros, y gracias a la iniciativa de Pedro Recio Santiago se recuperan del olvido pregones que no se cantaban27.

1 En la página web www.juanvalera.org se pueden consultar todos los trabajos que he publicado sobre la Semana Santa de Doña Mencía y otras manifestaciones de religiosidad popular, tanto de esta localidad como la cacereña de Trujilla, la granadina de Motril, y las cordobesas de Cabra y Baena.

2 Archivo Catedral de Córdoba. Protocolo de la Hacienda deste Convento de Doña Mencía, bullas y breves y otros recaudos tocantes al dicho Convento y su antigüedad, que se hallará en el discurso deste Libro, y cada cosa dellas con el número que cada escritura señalare, folio. 9 vuelto. Por tanto, nos hace saber de la celebración del Triduo Pascual a mediados del Siglo XVI, la instalación del Monumento al Santísimo en la Capilla Mayor, y la visita de los mencianos a la iglesia conventual durante los días de Semana Santa

3 Archivo Histórico Municipal Doña Mencía. Actas Capitulares, Caja 2. Tenemos constancia documental de su celebración, por las cantidades satisfechas por el Ayuntamiento de Doña Mencía, para la adquisición de palmas, como refleja el Acta Capitular de 22 de abril de 1666 : “Ciento y quarenta reales por cédula de primero de abril deste año, pagó a Pedro Roldán Rubio, Jurado que fue desta Villa, que se le dieron para las palmas que se trajeron para este Concejo para el Domingo de Ramos”. En iguales términos se expresa el Cabildo celebrado el 4 de agosto de 1677, que acordó abonar a Sebastián de Montes 50 reales por traer las palmas desde la ciudad de Granada: “cinquenta reales que en birtud de cédula su fha de catorce de março pasado deste año, parece entregó a Sebastián de Montes, becino desta Villa para trajese de la ciudad de Granada palmas para esta villa para el Domingo de Ramos”.

4 Archivo Histórico Municipal de Doña Mencía. Actas Capitulares, Caja 2. 8 de julio de 1725. Los regidores tenían obligación de asistir a dichos actos, y habían de ir vestidos de negro para mayor esplendor y solemnidad de las mismas. De igual forma, aquellos que sin estar enfermos o ausentes no asistieran a los mismos, serían multados con 1.000 maravedís, que se destinarían a la cofradía del Santísimo Sacramento, para sufragar los gastos de las fiestas del Corpus y su Octava.

5 HERRERA MESA, P.P.: Cofradías y celebraciones pasionistas en los sínodos diocesanos cordobeses del Siglo XVI. En Actas del II Congreso de Historia de Andalucía. Historia Moderna Tomo III, páginas 211- 213. En Córdoba, el obispo don Alonso Manrique convocó un sínodo en 1520, con el fin de mejorar las costumbres y moral de los eclesiásticos, y educar a los creyentes en una fe sincera sin supersticiones. Por ello, se prohibió expresamente que se hicieran en el interior de las iglesias representaciones sobre la Navidad, Pasión y Resurrección del Señor, bajo pena de 2.000 maravedís, pues en lugar de conseguir la devoción, provocaban la diversión y distracción de los fieles

6 Concilio de Trento, Sesión XV: “»Enseñen diligentemente los obispos por medio de la historias de los misterios de nuestra redención, expresados en pinturas y en otras imágenes, se instruye y confirma al pueblo en los artículos de la fe, que deben ser recordados y meditados continuamente y que de todas imágenes sagradas se saca gran fruto, no solo porque recuerdan a los fieles los beneficios y dones que Jesucristo le ha concedido, sino también porque se ponen a la vista del pueblo los milagros que Dios ha obrado por medio de los santos y ejemplos saludables de sus vidas, a fin de que den gracias a Dios por ellos, conformen su vida y costumbres a imitación de la de los santos, y se muevan a amar a Dios y a practicar la piedad«.

7 Concilio de Trento, Sesión XV.

8 FERNÁNDEZ DE PAZ, E.: La influencia de la Contrarreforma en la configuración de la Semana Santa andaluza. En Religión y Cultura Tomo II, Sevilla 1999, páginas 500- 501.

9 MELGAR REINA, L y MARIN RUJULA, A.: Saetas, pregones y romances litúrgicos cordobeses. Córdoba 1987. En este libro se recogen los correspondientes a Pozoblanco, Montoro, Puente Genil, Castro del Río, Baena, Cabra, Doña Mencía e Iznajar, guardando todos ellos un notable parecido.

10 Archivo Histórico Nacional. Consejos, Legajo 643. Este expediente se inició a consecuencia de una querella formulada por don Juan Cubero Ortiz, corregidor de la Villa y hermano mayor de la cofradía del Santo Sepulcro o Entierro de Cristo contra don Julián Torralba, y hay una referencia a los actos que organizaba la cofradía de la Vera Cruz el Jueves Santo en la iglesia convenutal antes de hacer su estación de penitencia. Es un procedimiento judicial y dentro de la multitud de pruebas practicadas, consta la declaración de dos presbíteros dominicos, concretamente fray Fernando Espinosa y fray Jacinto Jiménez. Estos religiosos nos hacen saber de los actos que celebraba la cofradía de la Vera Cruz antes de la procesión, entre los que se incluía el referido en la iglesia conventual: “que en dicha Yglesia Parrochia, como única Yglesia, se haze la función entre otras dla del Santo Entierro de Christo […] y en quanto a escaños, además de los que ay en la Yglesia para el día Juebes, se traen otros particulares que sirven para los Oficios de dicho día, y Ermandad de Vera Cruz, y se quedan en dicha Yglesia, y todos sirven en el Viernes Santo”.

11 Universidad de Sevilla: Papeles varios reunidos por fray Miguel de Arcos. Sentencia contra MP Fray Juan Bautista Carrion por aserto de este convento de Nuestra Señora de Doña Mencía.

12 En el nomenclator callejero de Doña Mencía, siempre ha existido una calle nominada Bendición, y en la confluencia de esta con la calle Granada, la imagen del Nazareno sigue bendiciendo a los mencianos el Viernes Santo por la mañana.

13 Archivo Histórico Provincial de Córdoba. Protocolos notariales de Doña Mencía. Pedro Ruiz de Alguacil 1675, Legajo 8007.

14Que de tiempo inmemorial es costumbre en esta población exponer a la veneración de los fieles en la noche del Jueves Santo la imagen del Crucificado en actitud de ir al Monte Calvario a lavar con su preciosísima sangre las culpas del género humano, siendo de admirar que durante toda la noche, un pueblo entero con la mayor religiosidad y veneración, después de andar las Santas Estaciones va a postrarse a los pies de la imagen, a impetrar el perdón de sus faltas como muy singular el va a más de cuatrocientos hombres (su mitad descalzos de pie y pierna), que concluido de andar dichas Santas Estaciones, vestidos de traje de nazarenos y cargados con pesadas cruces durante toda la noche, después de besar uno de los cordones que ciñen a la Sagrada Imagen de Jesús Nazareno, y oído su estenso discurso, donde se le hace entender las amarguras y martirios que pasó el Hombre de Dios por la salvación de nuestras almas, se preparan a volver cargados con las cruces a acompañar tan venerada imagen en la Proseción que de mañana se le hace sin que las arredre ni disminuya su incomparable fervor los rigores de la estación, pues puede afirmarse que generalmente en dicha mañana suelen correr los mas fríos temporales. Los que suscriben dejan a la consideración de VS Yltma medite cual habrá sido su sorpresa al saber que en este año se les priva de poder ofrecer dicho culto al Altísimo en la próxima Semana Santa por lo que se apresuran a dirigirse a VS Yltma suplicándole se sirva acceder a los deseos de este vecindario, mandando se siga en esta Villa la religiosa costumbre de venerar al Crucificado en la noche del Jueves Santo de la manera dicha, y en el sitio acostumbrado”.

15 AGOC. DO. DM. 1858: ““El Sr. D. Francisco de Reinoso, en nombre de la Cofradía o Congregación de N. P. Jesús Nazareno de esta Villa, nos ha hecho presente que sin contravención a lo que disponemos en los números 6º y 8º de nuestra Circular de 17 de Febrero anterior, puede continuar la piadosa y antiquísima costumbre en esa Iglesia Parroquial de exponer la Santa Ymagen de Jesús con la Cruz a cuestas, para la pública veneración y ciertos actos religiosos en los días de Jueves y Viernes Santo, porque siendo el Templo de tres naves muy espaciosas, se coloca el Monumento en la Capilla Mayor situada en la del centro, y en lo interior de otra de las laterales la dicha Imagen fuera de la vista de aquel, de manera que no puede ocasionar los inconvenientes que expresamos en nuestra citada Circular. En su consecuencia hemos venido en declarar, que supuesta la exactitud de lo anteriormente expuesto, conforme al espíritu de dicho documento, no se ofrece inconveniente a la continuación de la referida costumbre. Lo decimos a V para su inteligencia y gobierno en el particular”.

16 Sermón de Pasión predicado el año 1863 por el Pbo Eduardo Muñoz Reynoso. Aparece recogido de forma íntegra en el Apéndice Documental de mi libro titulado “Historia de la Semana Santa de Doña Mencía 1800-2005” páginas 255-270.

17 Archivo General Obispado de Córdoba. Secretaria. Incidente promovido entre el Señor Cura Párroco de Doña Mencía y el Señor Marqués de la Paniega, sobre asistencia a las procesiones de Semana Santa 1883. La identidad de quienes ostentaban el cargo de cuadrilleros es la siguiente: Francisco Cubero Navas, Antonio Priego Jurado, Esteban de Gan Montes, Salvador Borrallo Urbano, Antonio Ángel Borrallo, Gabriel Priego Jiménez, Francisco Jiménez Montes, Julián Salamanca, Francisco Sequeira Priego, Juan Román Barba Priego, Domingo Arjona, Antonio María Morales Urbano.

18 Archivo General Obispado de Córdoba. Secretaría. Doña Mencía 1883. Incidente promovido entre el Señor Cura Párroco de Doña Mencía y el Señor Marqués de la Paniega sobre asistencia a las procesiones de Semana Santa: “La Cofradía en este último periodo estaba distribuida en Cuadrillas, y cada cuadrillero era depositario de un fondo común de los individuos que la componían, mediante a que cada uno daba una cuota señalada todos los años con el objeto de costearle el entierro el hermano que falleciese. Ninguno otro tenía intervención en estos fondos más que los mismos interesados que anualmente pedían cuentas a sus respectivos cuadrilleros formando su liquidación. En este estado venía funcionando la Cofradía, asistiendo a las procesiones de Semana Santa contando con un número de más de doscientos individuos, en su mayor parte llamados hermanos de Cruz, por llevar túnica morada y cruz al hombro. Había un número de doce además figurando el Apostolado llevando cada cual el instrumento que representaba su martirio. También había cuatro destinados a salir figurando los Evangelistas, otros siete las Virtudes y finalmente una escolta de soldados romanos”.

19 Archivo Cofradía Apóstoles. Libro de Actas. ARANDA DONCEL, J.: La Pasión de Córdoba pp. 162 y 170-171. CANTERO MUÑOZ, A.: Historia de la Semana Santa de Doña Mencía 1800-2005, Doña Mencía 2005 páginas 82-89.

20 Archivo General Obispado Córdoba, Despacho Ordinario. Doña Mencía 1881: “Nota de las personas que han cumplido en el presente año con el precepto pascual, así como también ciertos datos referentes a las Ymagenes que han salido en las procesiones de la Semana Santa. Con respecto a lo primero paso a decir a VE Rma que poca mas de doscientas personas han cumplido con el referido precepto en la forma siguiente: hombres veinte y seis incluso cuatro individuos del Ayuntamiento y sirvientes de la Parroquia; sobre ciento setenta mugeres, inclusas las dos Congregaciones de la Purísima Concepción y del Sagrado Corazón de Jesús; y además de los niños y niñas que han estado capaces de las Escuelas”.

21En virtud a que las procesiones de Semana Santa son actos religiosos por los cuales se manifiesta el gran misterio de la Pasión y muerte de Nuestro Divino Salvador, es evidente que todos los que toman parte en la manifestación de estos actos deber ser verdaderamente católicos y cumplir como tales los deberes de buen cristiano con la mayor exactitud y puntualidad. Por tanto para que los que toman parte en las dichas Procesiones como Apóstoles, ayudantes, rezadores, cumplan con los deberes anteriormente indicados, queda hecho cargo el cuadrillero Francisco Santana Tapia de hacer cumplir a los individuos de su cuadrilla la obligación de confesar y comulgar en la mañana del Jueves Santo, el cual advertirá todos que si no existe una causa verdaderamente justa sería estar enfermo o fuera de la población, dejará de cumplirse con lo preceptuado se considera como que ha hecho dimisión de su cargo y que renuncia voluntariamente a cuantos derechos tengan anteriormente adquiridos. a fin de que se cumpla con precepto de la Santa Madre y como rector y cura propio de la Parroquia doy esta disposición tomada de las que el Exmo e Yltmo Sor Obispo me tiene encomendadas”.

22 JIMÉNEZ URBANO, J.: Cosas de nuestra Semana Santa. En El Bermejino n º 89 abril 1987.

23 CANTERO MUÑOZ, A.: Incendio y destrucción de la antigua Iglesia Dominicana de Doña Mencía en septiembre de 1932. En Motril Cofrade 2005 páginas 49-55.

24 CANTERO MUÑOZ, A.: Historia de la Semana Santa de Doña Mencía 1800-2005, Doña Mencía 2005 páginas 171-173.

25 Pedro Recio Santiago me hizo saber, que el primer año no tenía ropas de pregoneros, y usaron las de Gestas y Dimas, cuestión que se acredita con una de las fotos que ilustran este libro.

26 Se había perdido el texto original de los pregones, y Antonio Buitrago Jiménez los tenía memorizados.

27 Desde entonces, esta cofradía participa en las siguientes procesiones: el Lunes Santo con Nuestro Padre Jesús orando en el Huerto de los Olivos: Miércoles Santo por la tarde con San Juan y la Magdalena, y por la madrugada junto al Cristo del Calvario; Jueves Santo con el Santísimo Cristo de la Columna y Nuestra Señora de los Dolores; y en la noche del Viernes Santo junto a la cofradía del Santo Sepulcro.

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