Rutas valerianas

 en Rutas y lugares Valerianos

En este artículo, realizado por nuestro colaborador Alfonso Sánchez Romero, y publicado en diciembre del 2004 en «El Bermejino» (n º 298), nos hace saber de la ubicación exacta de muchos de los lugares de Doña Mencía que don Juan Valera cita y describe en sus obras, y de las «RUTAS VALERIANAS» que los unen, y que ya fueron presentadas al público en Madrid durante la Feria Internacional del Turismo (FITUR) por el Ayuntamiento de Doña Mencía.

Mujeres lavando en el Pilar de Abajo, en la misma forma que describen don Juan Valera en «Juanita la Larga»

Juanita y don Paco por el sector suroeste del pueblo. Y las casas solariegas de los López de Mendoza en la zona de Levante.

Con motivo de celebrarse, este año, el centenario de la muerte de D. Juan Valera, la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Doña Mencía se ha propuesto llevar a cabo una serie de actos encaminados a rememorar la figura de este insigne escritor y paisano nuestro.

Para ello, se me requirió a presentar algunos proyectos que fuesen viables. Entre otros, propuso el de «LAS RUTAS VALERIANAS» en Doña Mencía, tomando como base y referencia las propias novelas, cuentos y cartas de D. Juan, así como la obra de mi padre «Don Juan Valera y Doña Mencía» premio «Juan Valera» 1948, y por supuesto contando con la ayuda de mi amigo Pepe Jiménez.

He tomado como punto de partida el Pilar de Abajo o Fuente del Ejido, para las dos rutas resultantes del estudio de la obra de D. Juan Valera. Con el nombre de Pilar de Abajo, aparece citado en su obra «Las Ilusiones del Doctor Faustino», y con el de Fuente del Ejido en «Juanita la Larga».

Vista de la Iglesia Dominicana que se contemplaba cuando se subía desde el Pilar de Abajo.

Situada esta fuente o pilar en las afueras del pueblo, al noroeste y junto a la antigua carretera a Baena, lugar que debió estar habitado desde época romana por los abundantes restos que aparecen en sus alrededores. Seguramente que, a lo largo del siglo XIX, por las numerosas alusiones valerianas, y en épocas anteriores, el paseo del pueblo iba desde la Iglesia Vieja Dominicana hasta la fuente del Pilar de Abajo. Una frondosa alameda adornaba el paseo que llevaba al pueblo, sorteando el arroyo de La Salina por un viejo puente de ladrillo ojival de un sólo ojo, hoy desaparecido. Al lado del pilar, donde abrevaban los animales, estaba el lavadero, cercado por un muro y ajeno a las miradas de los varones tras la puerta que se cerraba para guardar la intimidad del trabajo femenino.

«Juanita agarraba su cantarillo e iba por agua a la milagrosa fuente del ejido, cuyo caño vertía un chorro tan grueso como el brazo de un hombre robusto» […] «además de un gran pilar en que iban a beber y bebían todas las bestias de carga y de labor y los toros, vacas y bueyes, y además de otro pilar bajo, que solía ser abrevadero del ganado lanar y de cerda, llenaba con sus cristalinas ondas un espacioso albercón cercado de muros que le ocultaban a la vista de los transeúntes, donde iban las mujeres a lavar la ropa, remangadas las enaguas hasta los muslos y metidas en el agua hasta las rodillas, como por allí es uso, aún en el rigor del invierno«.

(Párrafos de la novela «Juanita la Larga«).

Imagen antigua del arco que une el castillo con la Iglesia Dominicana.

Cuando Juanita regresaba al pueblo con el cantarillo lleno de agua, subiendo la cuestecilla, don Paco se hacía el encontradizo y regresaba con ella cortejándola. En la explanada delante de la Iglesia Vieja y del Castillo:

«En la cercana villa de Doña Mencía, en espacioso y elegante templo, testimonio, si no de la riqueza, de la piedad, desprendimiento y devoción de sus antiguos habitantes, se ven desde hace dos siglos los retablos de roble esculpido y dorado, las capillas y las bóvedas sepulcrales de las familias de los Galianos y de mi madre«.

(Notas biográficas sobre don Antonio Alcalá-Galiano, por don Juan Valera).

«Aún está en pié el castillo o fortaleza que tenía allí el duque, señor del lugar. Los negros y espesos muros de toscas piedras, las almenas encumbradas, los torreones cilíndricos, todo subsiste aún. Un arco en cuyo seno hay un pasadizo pone en comunicación el castillo con la iglesia«.

(Párrafo del capítulo I «La Ilustre Casa de los López de Mendoza», de la novela «Las Ilusiones del Doctor Faustino«).

El Retamal en la actualidad, visto desde las ruinas de la Iglesia Dominicana.

Desde esta explanada delante de la iglesia, don Juan Valera, recordando los juegos de niños, describe las vistas del Retamal y el Llano de Santa Catalina:

‘Varias veces llegaron a las manos ambos bandos, ya a puñadas y luchando a brazo partido, ya en pedrea, de que era teatro un llanete que está por debajo de un sitio llamado «El Retamal».

«Al día tercero después de la llegada de don Fadrique, su hermano don José y su familia se volvieron a la ciudad; y entonces, con más reposo, pudo entregarse el comendador a otro placer no menos grato: el de visitar y recordar los sitios más queridos y frecuentados de su niñez, y aquellos en que le habían ocurrido algo memorable. Estuvo en el Retamal y en el Llanete, que está junto, donde le descalabraron dos veces: fue a la fuente del Genazahar y al Pilar de Abajo«.

(Párrafos de los capítulos II y III de la novela «El Comendador Mendoza«).

Unos metros antes de rematar la cuesta Juanita acompañada de don Paco, todavía en la explanada de la iglesia, se separan ambas rutas, la del Sur o de «Juanita y don Paco» y la de Levante o de «Los López de Mendoza».

Por la del Sur:

Bonito paisaje que se divisa desde el lugar que ocupaba la Cruz de los Arrieros, tantas veces citada por don Juan Valera.

«A todo esto, como iban a buen paso ambos interlocutores, habían ya subido la cuesta y se hallaban en el altozano, a la entrada del lugar, donde están la Iglesia parroquial y las primeras casas….Y diciendo esto, apresuró el paso, hizo a don Paco un gesto imperativo marcándole la calle por donde debía irse y ella se fue por otra que formaba ángulo recto con la que don Paco debía seguir«.

(Párrafo de la novela «Juanita la Larga«)

Seguramente cuando el Ayuntamiento de Doña Mencía tomó el justo acuerdo de rotular una calle con el nombre de «Juanita la Larga» se guió para hacerlo por la orientación que aquí marca don Juan, suponiendo que la calle que habitó la heroína de esta novela era la denominada calle Abajo, en contraposición a la calle Arriba que tuvo que seguir don Paco.

La casa de Juanita, según la tradición oral, la sitúa en la acera derecha y a la altura de las casas entre la calle Tránsito y «Las Moreras».

«Juanita barría y aljofifaba, fregaba los platos, enjalbegaba algunos cuartos y la fachada de la casa, que era la más blanca y la más limpia de la población, y hasta agarraba su cantarillo e iba por agua a la milagrosa fuente del ejido».

(Párrafo de la novela «Juanita la Larga«).

Doña Mencía con El Laderón al fondo

Desde aquí, y pasando por las pintorescas calles y rincones típicos del sector sureste del pueblo «El Arquito Real», » El Reñidero» y las calles «Recodos» e «Higueras» se llega a la «Cruz de los Arrieros»:

«Cuando yo estaba en Villabermeja solía dar largos paseos por las tardes con don Juan Fresco, viniendo luego a reposamos los dos en un sitio llamado la Cruz de los Arrieros, a la entrada del lugar. Esta cruz de piedra tiene un pedestal de piedra también, formado de gradas o escalones. Allí al pié de la cruz, nos sentábamos ambos«.

«Desde la Cruz de los Arrieros, sostenía don Juan Fresco que se disfrutaba de la vista más hermosa del mundo. Yo le sonreía y le miraba con atención, para ver si se burlaba al afirmar aquello. En su rostro no se notaba la más ligera señal de que hablase irónicamente o de burla. Era, sin duda, una alucinación patriótica«.

(Párrafos de la Introducción de la novela «Las Ilusiones del Doctor Faustino«).

Desde ese lugar, el paisaje que se divisaba:

«A corta distancia de Villabermeja hay un sitio, que apellidan El Laderón, donde cada día se descubren vestigios y reliquias de una antiquísima y floreciente ciudad«. «El erudito y sagaz anticuario don Aureliano Fernández Guerra prueba que allí estuvo Favencia en tiempo de los romanos, ciudad que desde época muy anterior se llamaba Vesci«.

(Párrafos del cuento «El Bermejino Prehistórico«).

«Fue a la Fuente del Genazahar y al Pilar de Abajo; subió al Laderón y a la Nava, y extendió sus excursiones hasta el cerro de Jilena y al monte de Horquera, poblado entonces de corpulentas y seculares encinas«.

(Párrafo del Capítulo III de la novela «El Comendador Mendoza«).

Imagen antigua de las murallas del castillo de Doña Mencía.

Ruta de Levante

La segunda ruta o de Levante, parte de la explanada de la Iglesia, pasa por la calle Virgen y bajo el arco que une el Castillo con la Iglesia. Respecto al Castillo:

«Los fuertes muros y las ocho altas torres están hoy como el día que se edificaron. No falta ni una almena. Dentro de aquel recinto pueden alojarse bien doscientos peones y más de ochenta caballos. De la cómoda vivienda señorial no queda ni rastro. Han venido a sustituirla un molino aceitero con alfarje, trojes y prensas, que durante la vendimia sirven también de lugar; un grande alambique con agua corriente, y extensas bodegas para aceite, aguardiente, vinagre y vino«.

(Párrafo del cuento «El Cautivo de Doña Mencía«).

Casa solariega de los marqueses de la Paniega, cuando servía de cuartel de la Guardia Civil en la localidad.

Rodeando el Castillo y llegando al muro de levante, donde se alza la posible torre del Homenaje, se abre en perpendicular la calle Llana donde permanecen, aunque en estado ruinoso, las casas de «los Valeras» don José Valera, su padre y de «Los Alcalá-Galiano» rama de don Dionisio el marino. Don Juan Valera los identifica con los Mendoza, coronadas por sus escudos heráldicos.

«La casa de los Mendoza está, además, en el sitio más esquivo y apartado, a la espalda del castillo, en un callejón sin salida«.

(Párrafo del capítulo I «La Ilustre Casa de los López de Mendoza, de la novela «Las Ilusiones del Doctor Faustino«.)

Siguiendo la muralla del Castillo y a pocos metros de la esquina sureste, calle Juan Valera, se encuentra la actual Casa de la Cultura, construida sobre la que fue casa solariega de «Los Alcalá-Galiano», rama de la Marquesa de la Paniega, madre de don Juan Valera.

Escudos que existían en el interior de la casa de los marqueses de la Paniega, que se encontraban muy cerca de los camaranchones que citaba don Juan Valera.

«La hermosa casa solariega de estos López de Mendoza bermejinos se apoya en los propios muros del castillo. La sencilla y elegante fachada, obra del siglo XVI, es de piedra de sillería y tanto la puerta como el balcón del medio del piso principal están adornados con airosas columnas de mármol blanco«.

(Párrafo del capítulo I «La Ilustre Casa de los López de Mendoza», de la novela «Las Ilusiones del Doctor Faustino«).

En los camaranchones de esta casa, decía don Juan Valera:

«Mí bisabuelo D. Juan Galiano, Marqués de la Paniega, anda penando por ellos con su manto blanco y su cruz roja de Santiago«.

(Párrafo de la carta a Estébanez Calderón, fechada en Doña Mencía el 28 de abril de 1864).

Termina el recorrido en la Plaza o el Pradillo, después de recorrer «la Vuelta del Sacramento», la Plazuela y dejar a la derecha la calle del Sacramento, hoy del «Obispo Cubero»:

En esta calle habitó don Juan Fresco.

La plaza del Pradillo a comienzos del siglo XX.

«Nada recuerdo yo con tanto gusto como las temporadas que he pasado en Villabermeja y los coloquios que allí he tenido con don Juan Fresco, mi querido tocayo«.

(Párrafo del cuento «La buena fama«.)

Y respecto a la plaza del Pradillo, don Juan Valera, dice:

«Las blancas y alegres casas de los plebeyos más acomodados están en las calles abiertas o en la plaza, donde hay fuente con cuatro caños y algunos álamos, y por donde discurren hombres, mujeres y chicos, y se nota movimiento de carros, carretas y caballerías«.

(Párrafo del capítulo I de «La Ilustre Casa de los López de Mendoza», de la novela «Las Ilusiones del Doctor Faustino«.

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